¿ Donde Estara la Diosa que Me cubra con sus Alas?
¿ Vendras abrazarme cuando mis ojos lloren? o ¿te quedaras en mi mente por siempre?
...

miércoles, 15 de junio de 2011

Buenas noches...

Recuerdo que vino a mi...su cabello rubio, brillaba como el sol. ¿irónico no? Ya que esta buena amiga mía es una una vampiro.
Me miraba con sus ojos teñidos de sangre, una sangre fuerte y llena de ardor.
La acariciaba con anhelo, todo mi cuerpo me invitaba a seguir acariciándola. 

No la amaba. 
Era su hechizo. 
Ese olor que desprendía su ser.

Un olor que solo ella desprendía, era único.
La hacia única.

-Hola William- Decía ella mientras me mesaba el pelo con sus finas manos. 
Era una chica culta ademas de hermosa, que rara vez usaba diminutivos para los nombre, siempre intentaba decirlos enteros por largos o difíciles de pronunciar que estos fueran.
-Hola Evangeline- Respondía yo con la misma cortesía que ella me ofrecía, diciendo su largo nombre entero.

Me miraba con mimo y se tumbaba en mi cama, me invitaba a tumbarme y me acariciaba el cabello apoyando su cabeza en mi pecho, escuchando el latir de mi corazón.
Yo no decía nada y ella tampoco.
De vez en cuando notaba como sus dedos se deslizaban por mi pecho y me acariciaban con la misma suavidad que lo aria una madre.

Mi relatante de la niebla, se llamaba así misma veneno, pero creo que soy una de las pocas personas que la ve como realmente es.

Me miraba durante horas, me acariciaba el rostro y en ocasiones me cepillaba mi corta melena, desaciendose de los pelillos de puntas abiertas.

Sin venir a cuento, por que esto solo me parecia una de sus multiples visitas nocturas, me puso entre mis manos una estaca- Clavamela William- me pedía mientras me acariciaba para que no soltase el pezado de madera tallado.
-No puedo- le mentía. Yo sabia que si era capaz.
-Si puedes William, y vengo a ti por ello, quiero dormir quiero olvidarme de todos- Me miraba con sus profundos ojos, esta vez no eran rojos, sino como cuando era humana, uno violeta y otro verde, ambos brillantes, inundados en lagrimas que por orgullo no se permitía derramar.
suspire largo y tendido, esta vez era yo quien la acariciaba. Sabia muy bien como tenia que hacerlo. No era matarla me convencía. Solo era dejarla dormir.
Con delicadeza le desabroche la ropa y le puse un blanco camisón de seda finísimo, dejaba bien a la vista sus encantos para mi deleite. Camine por las oscuras calles de columbus aferrado a su mano, hasta que llegamos a un viejo mausoleo abandonado. No estaba bendecido, era una cripta de vampiros, yo lo sabia y ella también. No hubo dudas de aquel lugar seria el perfecto.
Con la ayuda de su fuerza dejamos caer la piedra de mármol que residía sobre la tumba del suelo.
La mira y la agarra de la cintura ayudándola a tumbarse.
El fondo del ataúd eran de terciopelo, del color oscuro del vino. parecía cómodo, o por lo menos suave al tacto si lo era.
Seguía aferrando en mis manos la estaca.
La mire.
Los rayos de luna se filtraban por entre las rendijas del viejo mausoleo, la iluminaban el rostro. Me parecía perfecta...
Su piel, sus pecas que ella siempre intentaba disimular con maquillaje pero nunca lograba taparlas todas.
Me subí sobre ella, aferrándola de las muñecas, su pequeño cuerpo quedaba debajo del mio.
La miraba en silencio.
Me devolvía la mirada con su ojo de cada color, que tanto me gustaba.
Me tumbe sobre ella, ahora era yo el que quería escuchar el latido de su corazón.
-William-me llamo- ¿Que estas haciendo William?
-Le acaricie el pelo- Nada Evangeline...es solo que e pensado que podria dormir contigo...asi no estarías sola...
-Vi como solo sonreía para mi, le acaricie el rostro con ternura,, notaba como su piel empezaba enfriarse bajo de mi-
-Eso no puede ser pequeño mio- Decía ella mientras me abrazaba de forma cálida y pasaba los dedos por mi espalda como si yo fuera un piano. Reconocía la melodía que pretendía tocar en mi espalda, había memorizado el lugar y la posición de los dedos cuando ella tocaba esa melodía., una melodía solo para mi...
-Yo también quiero dormir eternamente....que es lo que vas hacer tu...
-No dijo nada, solo me beso la frente con mimo y cerro los ojos. 
Mientras me tenia abrazado tenia la tentación de dormirme, pero por alguna extraña razón, no conseguía conciliar el sueño en un ataúd, por mi aterciopelado que fuera.
Ella volvió a coger mis manos y aferró fuerte la estaca entre mis dedos- Algún dia William- Dijo despegando sus labios- Tu también dormirás eternamente. Pero ese día no es hoy mi niño-
-La mire fijamente, yo sabia que solo venia a mi por el cierto parecido que tenia para con su difunto hermano, no era que gozase de mi compañía o de mis méritos, solo era eso, el mismo tono de pelo, la misma estatura...la misma “niñez” en el rostro, lo que siempre la mantenía turbia eran mis ojos castaños, que no eran verdes como esmeraldas, se podía decir que era lo único que odiaba de mi.

La besa la frente y despacio y sin ningún tipo de prisa, penetre suavemente su pecho con la afilada estaca.
No me costo hundirla, la ropa cedió fácil y su carne no opuso resistencia, como si quisiera que hundiera ese trozo de madera en ella. Mire sus labios tomar aliento por ultima vez, notaba bajo mi cuerpo como el suyo se tensaba. No parecía doloroso, mas bien parecía sobrecogedor y en pocos segundos llego la calma...
La llamada calma tras al muerte. 
Cerros sus ojos lentamente, dandome las gracias con su ultima mirada.
Acariciaba su rostro y por alguna razón no podía dejar de llorar, quería tirar de la estaca y despertarla, pero no lo hice, la prometí que la dejaría dormir hasta que ella estuviese satisfecha.
La besa la frente una vez mas y la contemple mientras tiraba de la losa de mármol para tapiarla. Sin 
su ayuda tarde bastante, y no podía dejar de fijar mi mirada en ella, tendida en el ataúd con su pelo derramado por el terciopelo. La cogí y la mano y se la bese.
Era un beso de despedida pues se, que cuando sus heridas hayan sanado y ella despierte yo ya no estaré en este mundo, porque yo mi quería vampiro.
Yo sigo siendo un humano.
Huí rápido a casa y me escondí bajo las sabanas que aun conservaban su aroma.
Dormí profundamente, como solía hacer en sus brazos, aunque esa cálida sensación ya nunca mas volvería.

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